El ‘botiguer’ de barrio se hace ‘instagramer’ para vender más y mejor

El pequeño negocio acelera su formación tecnológica con la pandemia para captar clientes nuevos

Juanma, al frente de la joyería Yemanya, de Les Corts, confiesa que hasta hace nada no estaba familiarizado con las redes sociales. Ahora, hace las fotos de sus anillos, colgantes, pendientes y relojes y las sube a Instagram, se ha comprado un pequeño estudio fotográfico para tener las luces más adecuadas y hasta sigue los tutoriales de Youtube “para saber más trucos de posicionamiento”. “Es que se tiene que estar porque es el futuro”, afirma. ¿Y le llegan más clientes? “Pues sí, sobre todo la gente que busca por el barrio”. Joyero hace 15 años, reconoce que le cuesta su tiempo —”o lo haces tú o pagas a una empresa”— y que ahora quiere mejorar la web.

En esa tarea está también Clara Castellà, la tercera generación de Cristales Castellà 1929, que es la más antigua de Barcelona. Porque el de cristalero es otro oficio que va a la baja. Con el suelo entarimado de toda la vida y la foto de su abuelo, el fundador del negocio; el taller no se ha movido del mismo local a un paso de Gran de Gràcia: “Trabajar con cristales transparentes es muy aburrido. Nosotros trabajamos con vidrios descatalogados de colores que ya no se fabrican, también con emplomados y todo tipo de espejos de colores. Hacemos muchos decorados para series, como El Inocente, de Netflix, y la última que hemos hecho ha sido Los renglones torcidos de Dios (Atresmedia). Creamos los ambientes que necesitan. Es un trabajo más divertido que las ventanas o los espejos de toda la vida”, dice de un tirón esta enérgica mujer que define su cristalería como “un servicio estación de cosas raras”. Leer noticia completa: El País